Escrito por Sofía Pérez
Traducido por Lorena Neira-Ramírez
Revisado por Catalina Ramírez-Portilla
A medida que el verano pasa y la frialdad del distanciamiento social durante el invierno en presencia del COVID-19 se desvanece, hay pocas cosas tan placenteras como la idea de un día de relajación en la playa. Imagine sentir la arena entre los dedos de sus pies a medida que se acerca al agua y entrecierra los ojos mientras observa el horizonte resplandeciente. En días como esos, todo se siente perfecto, como si el mundo pudiera realmente reducirse a una canción de Jimmy Buffet.
Sin embargo, días como estos terminan en tragedia cuando al verte en el espejo te encuentras con lo que únicamente podría ser catalogado como un tomate humano. Recurres a tu memoria en busca de consuelo sólo para recordar que nunca volviste a aplicarte protector solar… Resulta que incluso un índice SPF alto no puede protegerte para siempre del sol. Así lo que era antes una canción de Jimmy Buffet, ahora se ha convertido en una búsqueda desesperada de aloe vera en la farmacia más cercana.
En esta situación, el protector solar hizo lo necesario para filtrar y absorber la radiación ultravioleta (RUV), a pesar de no haber sido debidamente reaplicado. Esto es extremadamente importante para prevenir cualquier daño sobre la piel, especialmente cuando se pasa demasiado tiempo bajo el sol. Existen tres tipos de RUV: VUA, VUB, VUC (ó UVA, UVB y UVC, por sus siglas en inglés). Para nosotros aquí en la tierra, sólo VUA y VUB son relevantes ya que VUC es absorbido por la atmósfera. No obstante, es bien sabido que la radiación VUA (315-400 nm) daña la epidermis, genera arrugas, causa envejecimiento y cáncer de la piel. Adicionalmente, con mayor energía que VUA, aunque menos común, VUB (280-315 nm) es uno de los principales carcinógenos y riesgos para la piel, responsable de las quemaduras solares, el cáncer de piel, y los daños oculares. Con el fin de evitar estas dificultades, es importante tomar nota de comprar siempre un protector solar de amplio espectro que proteja de tanto de la radiación VUA como VUB.
Hasta aquí, el mensaje parece claro, pero tal vez usted ya se aplica bastante protector solar y presuma de una piel radiante y sana. Si es el caso, ¡maravilloso! No obstante también debemos estar vigilantes de los ingredientes sospechosos dentro del protector solar. Algunos de los más comúnmente usados son el octilmetoxicinamato, el homosalato, el octocrileno, el octilsalisilato, la avobenzona, la oxibenzona y el óxido de zinc o titanio. Incluso cuando ninguno de estos ingredientes suenen ninguna campana de alarma, algunos de ellos son conocidos por tener efectos adversos no sólo en contacto con el océano sino también cuando son usados sobre la piel. Uno particularmente polémico es la oxibenzona, que puede ocasionar reacciones alérgicas en la piel y luego de una exposición prolongada puede incluso causar disrupción hormonal.
Por muy alarmante que parezca, la oxibenzona ha sido aprobada por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos o U.S. Food and Drug Administration en Inglés) durante cuarenta años y todavía se encuentra en aproximadamente dos tercios de todos los productos analizados por la versión del 2019 de la guía para uso de protectores solares del EWG (Grupo de Trabajo Ambiental o Environmental Working Group en Inglés). Incluso, la oxibenzona es también conocida por deteriorar y ocasionar mortalidad coralina. Sin embargo, aún hay esperanza. De una forma poética que pareciera trascender la industria del cuidado de la piel, existe una respuesta a la petición de mejora realizada por el mismo ambiente que nuestro protector solar perjudica.
Los aminoácidos tipo micosporina (AAMs) son protectores solares microbianos que pueden ser encontrados en ambientes marinos. Son compuestos incoloros, solubles al agua y que absorben RUV, caracterizados por tener baja masa molecular y elevados coeficientes de extinción molar(referentes a la intensidad con la que una sustancia absorbe la luz a una longitud de onda particular).
Los aminoácidos tipo micosporina pueden ser encontrados en el fitoplancton como el mostrado en la imagen. Imagen vía https://en.wikipedia.org/wiki/Phytoplankton
Existen más de treinta tipos encontrados en la naturaleza, por ejemplo la micosporina-glicina, micosporina-2-glicina, shinorina, palythine, porphyra, etc, que se caracterizan por absorber RUV y tener propiedades antioxidantes. Estos aminoácidos, que se encuentran principalmente en especies marinas tales como el fitoplancton, las cianobacterias, los hongos y los corales, constituyen una defensa natural contra la RUV. En corales, los AAMs son transferidos a través de la simbiosis con algas y ayudan a prevenir los daños contra los mecanismos de la fotosíntesis, así que quizás haya una oportunidad de que los AAMs protejan también a los humanos.
En primer lugar, es importante entender las razones por las cuales los AAMs no son ampliamente usados por la industria del cuidado de la piel. Esto es en gran parte debido a el escaso entendimiento que se tiene de las diferentes rutas biosintéticas que pueden permitir la producción de AAMs específicos a escala industrial de forma rentable. Adicionalmente, los centros quirales de estos aminoácidos hacen que su síntesis química sea especialmente compleja. Con el fin de resolver el permanente y desafortunado problema del costo financiero en este caso, los científicos han propuesto compuestos alternativos a los AAMs que son estructuralmente similares y más baratos de sintetizar.
Más allá de eso, incluso si los AAMs fuesen ampliamente usados, estos compuestos son solubles en agua, haciéndolos malos candidatos para ser usados antes de realizar deportes acuáticos o para un día de playa. Esto significa esencialmente que un protector solar con AAMs no nos protegerá de quemaduras durante nuestras visitas a la playa. ¡Pero no hay que desesperarse! Los AAMs ofrecen una oportunidad valiosa para protectores de uso diario ya que, después de todo, la mayoría de los días no se pasan en la playa o en el agua.
De hecho, ya existen productos disponibles, como el Helioguard 365, que utiliza las AAMs porphyra-334 y shinorine provenientes del alga roja de género Porphyra. Cabe señalar que la concentración de AAMs en este producto es minúscula comparada con la concentración de filtros contra RUV presentes en la mayoría de los protectores solares. Sin embargo, sigue siendo valioso como el inicio de un desarrollo más amplio de protectores solares más amigables con el ambiente.
Así que, aunque no sea la época del año para correr a la playa y pasar un día entero en la arena, ¡sí es definitivamente el momento para una revolución de los protectores solares! No se trata únicamente de que usemos protector solar, sino de que lo produzcamos responsablemente usando ingredientes que sean seguros para la salud humana y el medio ambiente.
Referencias
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